¿Realmente no soy bella? ¿Qué es la belleza?

Ese subjetivo que pocas personas son capaces de describir. Sí, puedes decir qué te gusta o qué no. Qué significa para ti la belleza o qué no. Pero la verdad es que no se puede hacer una generalización. A menos que seas la mercadotecnia, el patriarcado con ropa de globalización. Porque entonces sí, puedes decir qué es la belleza. Así, en general.

Puedes dictar los cánones, explicar qué es estético, qué le va bien a una persona o qué le va mal. ¿Según qué? Preferentemente cosas que sean imposibles o fuera del alcance de la mayoría. Porque sí, único es más bello. Pero no único de cualquier lugar, único que sea también fabricado. Si pertenece a rasgos de la zona norte de los continentes, mejor. Pero no autóctono, porque no, eso tampoco es bello, sino más bien ese sentido de la belleza euro centrista.

Entonces, personas y mujeres principalmente que salgan de ahí, o que se sientan bellas fuera de eso, duden. Duden de esa belleza que se interiorizan. De eso que se dicen día a día frente al espejo para ir contra todos los cánones, donde ustedes se ven bellas, hermosas, que se pueden poner y usar todo lo que quieran. Y no se preocupen, ese juicio de belleza canónico les será enunciado en todo momento para que no se les olvide.

Si usas ropa que haga ver tus “imperfecciones”, que no son otra cosa que aquello que te hace normal o natural. Que tengas o no tengas la cara de una forma, que tu color de piel no se lleve con ciertos colores. Que no te pongas el cabello güero, porque eres morena. ¡La máxima insensatez!

Y no te preocupes, te llegarás a sentir tan incómoda con el exterior, que entonces ya no necesitarás que alguien más te lo diga. Tú solita asumirás todo eso. Te verás al espejo y verás que no eres lo que dicen que debes de ser. Te esconderás entre mil cosas, mil complacencias, mil inversiones. Porque sí, no eres lo que dicen que debes de ser y lo más seguro es que nunca lo seas. No serás delgada, no serás estilizada, no serás blanca, no serás delicada, no serás joven para siempre, no tendrás la cara afilada y tus gustos nunca serán un “buen gusto”. Por más que te esfuerces.

Sí, bienvenida a esto. Bienvenida a la inconformidad, al desasosiego, a la búsqueda eterna de encajar. Y no, no creas que cuando sientes que estás alcanzando la máxima belleza con todos tus esfuerzos se trata de que estás empoderada o que te sientes bien “contigo misma”. Porque seamos sinceras, entre las raíces de todas las razones de tu esfuerzo, podríamos encontrar que se trata de sentirte bien por cómo te ven los demás.

Y sí, todas estamos aquí. Y sí, no será fácil salir. Hay que cuestionarnos por qué pensamos así de nosotras, ¿a quién queremos convencer de nuestra belleza? ¿Quién se beneficia de nuestras dudas y búsquedas de belleza? ¿Quiénes nos rodean que nos confirman que no somos bellas, cuál es su intención? ¿Cuánto invertimos en eso? Y con esto último, no me refiero únicamente a dinero, sino a todo lo que engloba: energía, rutina, pensamiento, crítica y silencio.

No sé cómo salir aún, pero quiero utilizar este medio escrito para pedir perdón a todas las mujeres que he juzgado con este látigo de la belleza inalcanzable e insensata.

Pero sobre todo, perdón a mí misma por no lograr salirme de ese lugar aún.